lunes, 5 de abril de 2010

Pedro Donángelo


Bajo Belgrano: la curva

el camino no se curva –corrijo al recuerdo – sino a la altura del segundo monobloc.
El bullicio de los loros y la sombra que se escurre
alertaron sobre el recuerdo,
cómo erosiona.
Reposo del ciclista bajo el verde que estalla cada tanto.
Otro verde ondula en el campo de golf como una melodía,
un tono contrapuesto al del fondo:
cerca del río
truena el avión que volará de los árboles




Últimos días en la calle Oro

atardece y brillante el cartel “Restaurante” se distingue
con un marco de lamparitas de colores, cegadoras de lo contiguo:
quizás una casa vieja.
Al fin y al cabo, la tarde celebra la noche.
Una ribera de puntos luminosos orienta al náufrago.
Avista, después del restaurante chino,
alguna que otra ilusión.




Un paseo

al fin hiciste lo que pensabas:
correr el clavo para ubicar casi en el mismo sitio
un plato incomparable.
Ese día o el día anterior al que corriste el clavo
viajamos al centro, pero la recluida, imprevistamente,
apresuró el regreso
y próximos al Palacio de la Pizza
abandonamos tu mirada
en el mendigo que exhibía el pie partido




Enésimo abordaje a los árboles esfumados

desde mi punto de observación,
el agua declinará en un techo hasta el marco negro de la ventana.
Un recuadro de este momento indicado provisoriamente como frágil.
Difusa la vida, el tema, techo mediante, ruido y silencio presentes,
se escabulle como aparece
“los árboles esfumados del Bajo Belgrano”
Y en algún lugar (de la página) la luz pulverizada en la curva.



Envíos a domicilio

un día pediste amor
y toqué el timbre.

Pegatinas como piezas de museo condecoran la puerta
de la heladera, pero a quién llamar
que no demore
una motocicleta de emergencias del alma.

Nosotros, los breves invitados,
apagamos las luces en la noche clara.
Sólo la luz emigrante desde un vidrio esmerilado,
enfoca los restos de una pizza,

alabados restos
por la luz de al lado
y los vestigios de las constelaciones.

Nota:Buenos Aires, 1949. No tiene obra editada. Publicó en algunas revistas literarias (Suburbio, Mascaró). La revista “Periscopio” (1979) lo incluyó en el doissier “La nueva poesía rioplatense”. Integró la antología de Poesía 1983 de la Editorial de Belgrano. Fue coordinador, con otros poetas, del Taller Literario Mario Jorge De Lellis (fundado por Jorge Aulicino, Irene Gruss entre otros poetas y narradores). Participó del taller de escritura de Alberto Mediza, que renovó los métodos de producción de textos. Editor del Boletín de las Nuevas promociones de la Sociedad Argentina de Escritores. Integró el taller Grafein, dirigido por Silvia Kohan y Héctor Fodaro, amigos de F y L cuyo Dpto de Letras dirigía Paco Urondo. Participó en la revista Mascaró que editaron integrantes del taller De Lellis con Ricardo Mariño y Susana Silvestre.
Mención del concurso de poesía de la revista virtual Axolotl. Segundo premio del concurso patrocinado por la Fundación Honorarte. A esta altura del partido se le ocurrió crear un blog de poesía, El poeta ocasional.

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