martes, 4 de mayo de 2010

Griselda Garcia


Muerte por agua

Mire aquel árbol, dice.
Es un roble. Pronto dará bellotas.
Sólo veo bosques de almendros,
altos cipreses negros,
mi reflejo plateado
en las escamas del pez ángel.
La belleza es un trabajo.
Desde el interior se desborda y sangra
en jirones hilados por gusanos.
Más allá está el agua,
muebles abandonados sobre la arena,
inmensa esmeralda refulgente,
océano.



El estío

Este verano la albahaca
vino más picante,
guarda rocío en las hojas.
El agua se desborda,
el sol en las baldosas
hace arder los pies,
la hierba en los senderos
creció demasiado,
las orugas no tocaron los rosales.
La flor no termina de ajustarse,
los pétalos se derraman
en borbotones púrpuras
sobre mi frente.
El viento cesa
comienza a oscurecer.



Trampa sagrada

I

Dice que aún no he visto nada
que todavía no empezó.
Lanzo luces
veo y traspaso.

Descansá en mí, dice.
¿De qué conjuros no será capaz
un mago joven herido de luz?
No va a asustarlo
una aprendiz de bruja.

Abre mi mano
y pone entre mis dedos
una llave.
Luego: fuego, detonación.

La serpiente dormida
abre un ojo.




II

Aún no he visto nada, dice.
Le pido que lo sepa todo.
Nunca creí que pasaría
por el ojo de la aguja.

Nada que hacer
con el rojo que escapa.
Un mal movimiento
arruina años de práctica.




III

Una nube celeste
cubre el ojo de la anciana.
Lava mi herida
con azúcar blanco
que detiene el rojo.
Actúa por presencia
actúa por contacto
Toca y regala dones.
Asiente, y cada inclinación
de su cuello
es una estrella que se enciende.
La sabia de la flor de mil pétalos
sabe sin necesidad de preguntar.
Nodriza de luz:
¿pasaré por el ojo de la aguja?

Algo se abre paso
y busca salirme.

Nota: Griselda García nació en Buenos Aires en 1979.
Publicó en poesía, Alucinaciones en la Alfalfa (2000), El Arte de Caer (2001), La Ruta de las Arañas (Ediciones del Dock, 2005) y “El ojo del que mira (2009).

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