jueves, 9 de junio de 2011

Dorilda Pereyra


3

Lo sé
no quiero ver.
Me interno en este río
que canta
busco piedras redondas
las acaricio
las dejo en su lugar.

La primavera
llenó la casa de jazmines.
Dejo que su perfume
me vuelva inofensiva;
lavo mis manos de la sangre de ayer
y me siento a mirar como aparecen limpias
las estrellas.




4

En enero escucho a pájaros hambrientos
posarse en la higuera
lanzar gritos agudos
y luego el sonido de higos que caen
indefensos.

(La higuera se balancea indiferente con sus ramas pesadas.)

El tiempo pasó
y ahora cocino ese verano en almíbar
con el perfume áspero de febrero.




11.

Calles grises, el olor a abandono,
La tristeza, el caos, todas esas derrotas.
Y el frío. El frío.

Rara lluvia de Julio sobre el patio
de entonces

Aquel pacto no hablado que nos unió.
La astucia y el amor con que inventamos
la esperanza.


17.

Llueve en La Bolsa, un gallo anuncia el día.
A distintas distancias
los pájaros arrojan sus cantos al voleo
y enlazan las ramas dormidas.

Yo miro cómo la lila
aún sostiene sus racimos de flores,
miles de insectos
susurran un motivo prudente
parecido a sí mismo,
un sonido que me envuelve de dicha.

La vida ha fermentado una dulzura quieta:
mi alma, como el pasto, la tierra,
las hojas de los árboles
elabora sus jugos.


Nota:Nació en 1932 en una zona rural entre Arroyo Cabral y La Palestina, en la Provincia de Córdoba. Tiene inéditos libros de poemas y de cuentos. Veinte gansos es su primer poemario publicado y a él pertenecen los siguientes poemas.

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